martes, 21 de octubre de 2008

Dos mil seis primeros Amores




Hasta Diciembre habíamos esperado para conocernos,
después de unos 3 meses hablando por el Msn.
Tenía yo en ese entonces 16 años, poca vivencia pero
unas ganas enormes de entregar (cuerpo y amor) a quien
me lo pidiese. Era una época escolar mía, una chica rebelde,
rockera, distinta... Él, otro rockero de 19 años, con muchas
ganas de robar mi inocencia. Cuando ya nos vimos por
primera vez sabíamos que estábamos destinados a ser
el primer amor de cada quien. Yo pocas bocas había humedecido,
el pocos cuerpos había palpado. Se generó en nosotros
un hermoso jardín de jazmínes, que tristemente acabó un día de
Enero cuando nos enteramos que él debía partir a estudiar a otra
ciudad de este país. Él decidió terminar nuestro contrato a largo
plazo, por temor a dañarnos y a la infidelidad. Esos fueron mis primeros
pasos por el césped del machismo, que le rogué mil veces que
no termináramos esto.. después de llorarmela adolescencia,
decidimos estar juntos.. él viajaba los jueves a Santiago para
vernos y se iba los Domingos por las noches a su casa en
Valparaíso. Era un entusiasmado estudiante de Meteorología,
amante de las Ciencias y por sobre todas las cosas,
amante de la Astronomía. Teníamos una estrella los
dos, Sirius, que es la estrella más brillante de la constelación,
porque es la más cercana a la tierra.
(Algo aprendí sobre las estrellas)
De la nada comenzó a brotar en nosotros la monotonía
y las enormes ganas de huir de mis besos de niña, porque
ya lo tenía aburrido la sobreprotección de mi vieja, que nos
iba a golpear la puerta cada vez que yo la cerraba para
besarnos con poca ropa bajo mis sábanas.. que cada vez
dudaba más cuando él entraba a mi habitación a tocarme.
De ese modo huyó de mis besos infantiles,
dejándome la herida de amor más grande mi vida,
me cambió por otra chica de mundo, independiente, que encima
se llama igual que yo. Esta extraña historia de amor duró
9 meses y yo les podría decir que fue mi primer amor,
ese que cuentan no se olvida jamás.. ese del que te acuerdas
cada vez que te sientes sola y piensas incluso ir a buscarlo..
Nosotros nos juramos amor eterno en el Dos Mil Seis..
desde ese entonces hasta hoy Dos Mil Ocho, no
dejo de mirar las estrellas y acordarme de Sirius, la nuestra, que cada
vez se aleja más y más de la galaxia de mis expectaivas de felicidad,
y de las Dos mil seis veces que intentamos acostarnos.

Otro motivo para NO enamorarse.





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