jueves, 23 de octubre de 2008

La Otra

Tal vez me esté poniendo vieja. Es muy posible. Pero a medida que pasan los años, cada vez me doy cuenta que yo debo haber nacido con alguna malformación genética: Zeus, o quien sea, debe haberme cambiado los genitales a último momento, porque sino, no me explico mi falta de feminidad. Esta carencia, que a cualquiera le puede resultar horrible y digna de asco, resulta ser mi punto fuerte, demostrando que todos los hombres, en el fondo, son gays.
Se preguntarán qué carajo tiene que ver mi hombría con esta era del no amor. Fácil: hoy por hoy, creo que toda mujer solo estuvo enamorada un 1% de las veces que cree, y que la mayoría de las veces, solo quiso competir contra otras mujeres. Yo esto lo sé, por tener una mirada casi como espectadora, porque con mis modales, estoy fuera de competencia.
Todo se ve ya de chiquitas, cuando todas las nenas están atrás del mismo nene, en la muestra más clara de esnobismo. De adolescentes pasa lo mismo, solo que el “nene” es cuestión siempre debe ser más grande. Y ya cuando pasamos la frontera de los 18(o de los 15, incluso), todas se fijan en hombres comprometidos: ¿nunca les llamó la atención eso? Bueno, en sí, el amor es horrible…pero qué buena es la competencia!! Cuando nos gusta un chico nos ponemos hermosas, nos vestimos bien, nos lavamos el pelo todos los días, nos maquillamos siempre, vamos a la peluquería, siempre tenemos de qué hablar, planeamos diversas tácticas de ataque y de repente, toda nuestra vida es interesante. Lo mejor de todo, es que tenemos a quien odiar: a la otra, a esa yegua que le habla mucho, a esa que lo trata con toda la confianza y a la que queremos matar, porque siempre la vemos mejor que nosotras (y que muchas veces, esa es la amiga machona como yo que es el triple de fea que la enamorada en cuestión).
Cuando yo era chica, me dijeron que el amor era algo especial, algo que no pasaba siempre. Después apareció una tarada en Chiquititas y marcó tendencia cantando “estoy enamorada de todos”. Hoy por hoy, en cambio, cuando pretendemos a un muchacho, siempre terminamos quejándonos y odiando a otra, como si eso fuese el amor. Y tal vez en la actualidad, eso sea el amor. Por mi parte, prefiero ser antigua y seguir esperando un príncipe azul… o bueno, con una poronga azul me conformo.


En fin, no luchar contra otra mujer es OTRO MOTIVO PARA NO ENAMORARSE.

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